En la distancia, pequeños tornados levantan la tierra de este desierto de altura. Unos postes de madera que portan electricidad, surcan en línea recta la arena y se pierden de vista por una pequeña apertura, que abre esta inmensa cuenca hasta el infinito.
A nuestros pies Tingri, una pequeña aldea que rodea la colina en la que estamos subidos. Las casas típicamente tibetanas, son en su mayoría de una planta; con sus excrementos de yak pegados en las paredes secándose al sol; con sus leñas ordenadamente colocadas recorriendo el perímetro del tejado; con puertas y ventanas pintadas y decoradas con telas que dibujan símbolos budistas: el camino de la vida, los ojos de buda... y paseando por las calles, con un lento pero constante trasiego, sus gentes; adornados con pendientes y collares color turquesa, trenzas enroscadas en la cabeza y con gorros y largos vestidos. Mujeres, hombres, niños y niñas se afanan en sus quehaceres; las que más se afanan son como en casa las mujeres, los hombres se afanan menos, bueno también se afanan!, pero más en jugar a las cartas. No se de que vive esta gente que araña las tierras con sus yaks y sus arados, tratando de arrancarle algo que llevarse a la boca.
En esta planicie rodeada de montañas hay un pequeño promontorio, y es donde estamos subidos. Llegar hasta aquí nos ha costado tres horas y media en coche desde Nyalam. Sobre una carretera de buen asfalto que traza largas rectas y pocas curvas. Las nubes han acompañado nuestro camino en la distancia sembrando de sombras la llanura, dejando continuas cortinas de agua en las montañas y coloreando el paisaje, cerrando y permitiendo el paso de la luz o del viento. El aire limpio y claro, permite alcanzar a la vista distancias que no te imaginas. Hemos cruzado un paso a 5.200 mts. laureado por banderas de oración recordando que este no es un lugar cualquiera, esta a cinco mil doscientos y desde él se puede ver una basta cadena de montes cuya perla el Shisha Pangma (8.027 mts.). Nos sobrecoge al momento, es el primer ocho mil que ve Iñaki, ver un ocho mil es sobrecogedor, sobre todo si se ve por primera vez; para Txispi es el último, el último que le quedaba por ver. En la cima de este promontorio hay un monumento al parque natural y una antigua torre de vigilancia, no en vano, desde aquí se dominan kilómetros de desierto sin un solo árbol.
En el monumento propone que detrás de las nubes se encuentra el Everest, así que si mañana por la mañana venimos y el cielo esta despejado lo veremos. El Everest tío!, la montaña más alta del planeta, el pilar que sujeta la bóveda del cielo, el coloso de hielo y roca soñado por muchísimos escaladores, y entre ellos Jordan Romero, un mocete estadounidense de 13 años que acompañado por sus padres pretende coronarlo para convertirse en el alpinista más joven en hacerlo, y con quienes hemos coincidido en estos parajes. Además, también será el más joven en haber terminado el proyecto de ascender las montañas más altas de los siete continentes “las siete cumbres”, Everest (Asia, 8.848m), Aconcagua (A.S. 6.959 m), McKinley (A.N. 6.194m), Kilimanjaro (Africa, 5.895m),Elbrus (Europa, 5.642m), Puncak Jaya (Oceanía, 4.884m) y Macizo Vinson (Antártida, 4.895m). Él no recordaba ni uno de los nombres cuando se ha puesto a enumerarlos, pero será el más joven en hacerlo; me dice que la cima es opcional y volver sano la prioridad, por supuesto Jonan!, nosotros vamos al Cho Oyu, sabe que esta cerca. Le doy la mano a este gigantón de trece años y nos despedimos, Good luck Jordan!
A nuestros pies Tingri, una pequeña aldea que rodea la colina en la que estamos subidos. Las casas típicamente tibetanas, son en su mayoría de una planta; con sus excrementos de yak pegados en las paredes secándose al sol; con sus leñas ordenadamente colocadas recorriendo el perímetro del tejado; con puertas y ventanas pintadas y decoradas con telas que dibujan símbolos budistas: el camino de la vida, los ojos de buda... y paseando por las calles, con un lento pero constante trasiego, sus gentes; adornados con pendientes y collares color turquesa, trenzas enroscadas en la cabeza y con gorros y largos vestidos. Mujeres, hombres, niños y niñas se afanan en sus quehaceres; las que más se afanan son como en casa las mujeres, los hombres se afanan menos, bueno también se afanan!, pero más en jugar a las cartas. No se de que vive esta gente que araña las tierras con sus yaks y sus arados, tratando de arrancarle algo que llevarse a la boca.
En esta planicie rodeada de montañas hay un pequeño promontorio, y es donde estamos subidos. Llegar hasta aquí nos ha costado tres horas y media en coche desde Nyalam. Sobre una carretera de buen asfalto que traza largas rectas y pocas curvas. Las nubes han acompañado nuestro camino en la distancia sembrando de sombras la llanura, dejando continuas cortinas de agua en las montañas y coloreando el paisaje, cerrando y permitiendo el paso de la luz o del viento. El aire limpio y claro, permite alcanzar a la vista distancias que no te imaginas. Hemos cruzado un paso a 5.200 mts. laureado por banderas de oración recordando que este no es un lugar cualquiera, esta a cinco mil doscientos y desde él se puede ver una basta cadena de montes cuya perla el Shisha Pangma (8.027 mts.). Nos sobrecoge al momento, es el primer ocho mil que ve Iñaki, ver un ocho mil es sobrecogedor, sobre todo si se ve por primera vez; para Txispi es el último, el último que le quedaba por ver. En la cima de este promontorio hay un monumento al parque natural y una antigua torre de vigilancia, no en vano, desde aquí se dominan kilómetros de desierto sin un solo árbol.
En el monumento propone que detrás de las nubes se encuentra el Everest, así que si mañana por la mañana venimos y el cielo esta despejado lo veremos. El Everest tío!, la montaña más alta del planeta, el pilar que sujeta la bóveda del cielo, el coloso de hielo y roca soñado por muchísimos escaladores, y entre ellos Jordan Romero, un mocete estadounidense de 13 años que acompañado por sus padres pretende coronarlo para convertirse en el alpinista más joven en hacerlo, y con quienes hemos coincidido en estos parajes. Además, también será el más joven en haber terminado el proyecto de ascender las montañas más altas de los siete continentes “las siete cumbres”, Everest (Asia, 8.848m), Aconcagua (A.S. 6.959 m), McKinley (A.N. 6.194m), Kilimanjaro (Africa, 5.895m),Elbrus (Europa, 5.642m), Puncak Jaya (Oceanía, 4.884m) y Macizo Vinson (Antártida, 4.895m). Él no recordaba ni uno de los nombres cuando se ha puesto a enumerarlos, pero será el más joven en hacerlo; me dice que la cima es opcional y volver sano la prioridad, por supuesto Jonan!, nosotros vamos al Cho Oyu, sabe que esta cerca. Le doy la mano a este gigantón de trece años y nos despedimos, Good luck Jordan!
P.D.: Todos estamos bien, os hechamos de menos y os mandamos un montón de abrazos, el más gordo para nuestras amatxos.
Aupa txabaleria.
ResponderEliminarUn par de consejos para este mes y pico que vais a convivir con el Txispi. Uno, estad al loro si jugais al mus, se "moja" mogollon al contar. Y dos, no discutais nunca con el, es como discutir con una piedra y encima te deja sordo con los decibelios que gasta.
Eso si, hay que reconocer que en el monte es el mejor compañero.
Besarkada bat,
Koldo.
¡Aupa Kuadrilla!, ostia Iñaki, me emociono sabiendo lo que habras sentido al ver el Shisha, joer, ver un 8.000 así de cerca tiene que ser la leche. Y estar en las faldas del Cho-Oyu, ya será la reostia. Nada tío, que ya sabes que akí andamos emocionaus con lo vuestro, mañana comentaremos mientras cenamos. Rubén, ya te cuidaré a tus 3 chiquillas, cuidaros todos.
ResponderEliminarAupa!!!
ResponderEliminarQué tal vais??? Desde el jueves no sabemos nada...
Txiri: el jueves en la peña pasé el enlace del blog a la cuadrilla, para mantenernos informados.
ÁNIMO!!!!!!!!! MUY BONITAS LAS FOTOS!!!
DISFRUTÁDLO!!!
MUXUS!
Kakun